Por: NIKOLA
KEDZO
El
concepto de política se remonta a la polis griega donde se intentaba de una
manera parcialmente democrática organizar a la sociedad en estratos y
delimitando las funciones, derechos y deberes de cada individuo dentro del
colectivo, y a su vez a sus gobiernos, otorgándole responsabilidades en aras de
preservar el Bien Común. Partiendo de esta premisa surge la pregunta ¿de dónde
provienen estos niveles de organización y en que se fundamentan para que puedan
ser democráticos y hayan cumplido con las necesidades de la humanidad desde la
antigüedad?
A
lo que indudablemente cabe una sola respuesta y es la Filosofía política, la
cual se define como el estudio de todos los problemas, asuntos y variables que
afectan el conocimiento, la verdad, la moral y ante todo la existencia en sí de
la Polis como marco primordial de la civilización y del desarrollo de los
individuos a todos sus niveles.
Ahora
bien, si ya es cognoscible que el origen de la política surge de la necesidad
indudable de organización de las ciudades y de la resolución de los conflictos
humanos por lograr el bien común y cubrir todas sus necesidades físicas,
mentales y espirituales, cómo es que hemos llegado a niveles tan desvirtuados
del quehacer político en nuestra sociedad actual, el cual solo es basado en la
retórica populista con la cual se logra el objetivo principal de los nuevos
actores políticos que es el “PODER” y mantenerse en él, mediante largos
diálogos fundamentados en las necesidades sociales del colectivo pero carentes
de bases sólidas para la resolución de los conflictos y encontrar el tan
preciado bien común.
En
la actualidad observamos cómo el mundo está polarizado, los de derecha y los de
izquierda; los republicanos y los demócratas; los “buenos” y los “malos”
dependiendo de la vara con que lo midas y qué sector crítico lo observe. Al
final solo encontramos discursos muy ricos en palabras, promesas y soluciones
en los que solo varia el sujeto a quien va dirigido y el interlocutor que lo
presenta; todo esto con la única finalidad de concentrar y mantener el poder de
un lado o del otro, dejando de lado la
esencia original por la que tanto se ha estudiado, escrito y pensando
que es el SER. El ser humano que engloba todo lo trascendental de nuestras sociedades y cuyas necesidades
hemos dejado de lado rojos y blanco, propios y extraños por solo obtener
beneficios personales sujetos a las necesidades intrínsecas de nuestra gente.
Es
lamentable como de la “política” debían surgir Estadistas que hicieran valer el
significado y valor de lo que significa nuestra gente, nuestras sociedades como
afirmaba Winston Churchill “El político se convierte en estadista cuando comienza a
pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”
Lo más importante es saber que, aun tenemos
tiempo de rectificar, involucrarnos y volver a los inicios, y enfocarnos en lo
que realmente enriquece al SER y así poder soñar con un verdadero Buen Vivir
para nuestras próximas generaciones.
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